21 de mayo de 2015

Un día en el 2030

Como siempre, la cama sonó a las siete y media de la mañana, y como está programada para ello, hasta que no me levanté, no paró de sonar; esta vez era una canción muy moderna, sino me equivoco es del verano 2029, a mis alumnos les encanta. Me puse frente al espejo probador y este me ofreció una serie de modelos apropiados a partir de mi ropa. Me decanté por el segundo, ese día era de reunión, había que ir algo formal. Ser jefa de estudios lleva más trabajo, pero al menos me entero de todo lo que ocurre en el centro. Una vez arreglada avisé al coche y este me recogió en la puerta de mi casa, llegué al instituto y programé el coche para que fuera al aparcamiento a estacionarse.

Entré en clase, mis chicos estaban con sus herramientas de trabajo ya encendidas y, como de costumbre, comencé mi sesión de clase. En primer lugar, verificar en la pantalla de clase que todos estuvieran en sus sitios sentados y que no hubiera ninguna falta. El nuevo sistema de control de faltas es muy cómodo, detecta las caras de los alumnos para saber quién ha faltado, se llama Facecontrol. Después, preguntar dudas sobre la teoría que les mando para que visualicen en casa desde la plataforma de hologramas Fastguide. A través de ella se pueden ver toda la teoría y algunos ejemplos sobre algún aspecto de la asignatura que no entiendan. Y en último lugar, plantear las actividades que hacemos a través de trabajos en grupo o en parejas, destinadas a la resolución de problemas reales que plantea el profesor. La educación ha avanzado mucho y ha conseguido en estos últimos años que los alumnos sean los protagonistas del aula y que el curriculum se adapte a sus necesidades educativas y personales.
Los contenidos están más enfocados a enseñarles a hablar, escuchar, interaccionar, leer, comprender y expresarse por escrito correctamente. A partir de esas habilidades se desarrollan los contenidos y objetivos de lengua y literatura. Los alumnos aprenden haciendo y así pueden dar su opinión, reflexionar y expresar sus ideas y sentimientos. En clase lo pasamos bien y yo aprendo mucho de ellos porque son muy buenos usando las herramientas tecnológicas e internet en el aula. Ese día, concretamente, estuvimos trabajando los dialectos, vieron en vídeos las diferencias que había entre ellos, las comentamos en clase y por grupos tenían que escribir cual era el dialecto que más les había gustado y argumentarlo, por supuesto. A través de los ordenadores lo subimos a la plataforma de clase DocsScholar y el profesor puede corregir en cuanto lo tengan hecho y devolverlo ahí mismo. Todas las clases tienen el mismo funcionamiento.

Como a última hora tenía reunión con los tutores, miré el Fastguide de los profesores para ver si tenía alguna petición, duda o información de algún docente que luego habría que tratar en la reunión. Ya, a última hora, fuimos a la reunión y se dio todo bien. Los tutores estaban encantados con la aplicación de la tutoría, que consiste en que la orientadora prepara en la plataforma tutoría del instituto (tutoapp) una serie de dinámicas para trabajar en clase. Así todo es más rápido y fluido y no tienen que estar pendientes de reunirse con ella, a no ser que haga falta. Una vez finalizada mi jornada laboral, fui a mi despacho, grabé mi reseña del día de todas las clases y la subí a Fastguide, con el objetivo de que si falto algún día, el profesor de guardia sepa cómo seguir la clase. Esa es mi rutina, pero desde luego, me encanta.

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