Como
siempre, la cama sonó a las siete y media de la mañana, y como está programada
para ello, hasta que no me levanté, no paró de sonar; esta vez era una canción
muy moderna, sino me equivoco es del verano 2029, a mis alumnos les encanta. Me
puse frente al espejo probador y este
me ofreció una serie de modelos apropiados a partir de mi ropa. Me decanté por
el segundo, ese día era de reunión, había que ir algo formal. Ser jefa de
estudios lleva más trabajo, pero al menos me entero de todo lo que ocurre en el
centro. Una vez arreglada avisé al coche y este me recogió en la puerta de mi
casa, llegué al instituto y programé el coche para que fuera al aparcamiento a
estacionarse.
Entré en
clase, mis chicos estaban con sus herramientas de trabajo ya encendidas y, como
de costumbre, comencé mi sesión de clase. En primer lugar, verificar en la
pantalla de clase que todos estuvieran en sus sitios sentados y que no hubiera
ninguna falta. El nuevo sistema de control de faltas es muy cómodo, detecta las
caras de los alumnos para saber quién ha faltado, se llama Facecontrol. Después, preguntar dudas sobre la teoría que les mando
para que visualicen en casa desde la plataforma de hologramas Fastguide. A través de ella se pueden
ver toda la teoría y algunos ejemplos sobre algún aspecto de la asignatura que
no entiendan. Y en último lugar, plantear las actividades que hacemos a través
de trabajos en grupo o en parejas, destinadas a la resolución de problemas
reales que plantea el profesor. La educación ha avanzado mucho y ha conseguido
en estos últimos años que los alumnos sean los protagonistas del aula y que el
curriculum se adapte a sus necesidades educativas y personales.
Los
contenidos están más enfocados a enseñarles a hablar, escuchar, interaccionar,
leer, comprender y expresarse por escrito correctamente. A partir de esas
habilidades se desarrollan los contenidos y objetivos de lengua y literatura.
Los alumnos aprenden haciendo y así pueden dar su opinión, reflexionar y
expresar sus ideas y sentimientos. En clase lo pasamos bien y yo aprendo mucho
de ellos porque son muy buenos usando las herramientas tecnológicas e internet
en el aula. Ese día, concretamente, estuvimos trabajando los dialectos, vieron
en vídeos las diferencias que había entre ellos, las comentamos en clase y por
grupos tenían que escribir cual era el dialecto que más les había gustado y
argumentarlo, por supuesto. A través de los ordenadores lo subimos a la
plataforma de clase DocsScholar y el
profesor puede corregir en cuanto lo tengan hecho y devolverlo ahí mismo. Todas
las clases tienen el mismo funcionamiento.
Como a
última hora tenía reunión con los tutores, miré el Fastguide de los profesores para ver si tenía alguna petición, duda
o información de algún docente que luego habría que tratar en la reunión. Ya, a
última hora, fuimos a la reunión y se dio todo bien. Los tutores estaban
encantados con la aplicación de la tutoría, que consiste en que la orientadora
prepara en la plataforma tutoría del instituto (tutoapp) una serie de dinámicas para trabajar en clase. Así todo es
más rápido y fluido y no tienen que estar pendientes de reunirse con ella, a no
ser que haga falta. Una vez finalizada mi jornada laboral, fui a mi despacho,
grabé mi reseña del día de todas las clases y la subí a Fastguide, con el objetivo de que si falto algún día, el profesor
de guardia sepa cómo seguir la clase. Esa es mi rutina, pero desde luego, me
encanta.
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